Preacher: inconsistente pero prometedora


 El recorrido a lo largo de los años que ha llevado a Preacher (Predicador para los amigos a partir de ahora) a pasar de las viñetas a la pantalla daría para un artículo entero. Resumiendo; hasta dos veces se intentó adaptar como película (la primera  en 1998 y la segunda en 2002 con James Mardsen como protagonista) y después HBO intentó convertirla en serie a manos de Mark Steven Johnson y Howard Deutch en 2006. Según los mentideros de la industria el principal problema era el de financiación, ya que debido a la controvertida imagen de la religión que la historia narraba muchos productores (por miedo o por convicción) se alejaban de ella. Fuera como fuese al final el proyecto cayó en manos de Seth Rogen, Evan Goldberg y Sam Caitlin que junto a Sony Television y acabarían, por fin, desarrollando dieciocho años después la primera adaptación de Predicador en el canal AMC. Y con Garth Ennis y Steve Dillon, autores de la criatura, como productores ejecutivos para darle más enjundia al proyecto.

Estamos ante la historia de Jesse Custer y su peculiar viaje en pos de reafirmar su fe. Primero como el fracasado predicador que da título a la serie y después como el elegido en portar a Génesis, un ente todopoderoso resultado de la unión entre un ángel y un demonio que le otorga el don de ser obedecido en todo lo que pida. A partir de este punto de partida la serie construye un relato sobre el bien y el mal, los límites de lo divino y la importancia de la fe, o su carencia, en la moral de las personas. Todo ello de la forma más irreverente y surrealista que podáis imaginar, gracias al extraño equilibrio de referencias e influencias de la serie que van del western clásico hasta el género fantástico.

El primer obstáculo a la hora de adaptar un tebeo como este es el de imaginarse como trasladar al lenguaje audiovisual una iconografía tan peculiar como la que tiene Predicador. Hablamos de una historia con ángeles, cowboys salidos del infierno, vampiros y más elementos que no arruinaré para los que no conozcan la obra original. A eso hay que sumarle que la trama comienza in media res, algo que en un medio como el televisivo (que necesita presentar tramas y personajes pronto para enganchar al espectador) no siempre se puede permitir. Por eso la decisión de utilizar la primera temporada de la serie a modo de prólogo puede que sea la mejor en términos de adaptación que se haya podido tomar.   

Y es que así se matan dos pájaros de un tiro. Al centrar esta primera temporada en el peculiar pueblo de Annville se da, por una parte, la posibilidad de presentar mejor a los personajes principales dotándoles de un contexto común y por la otra permite añadir a la historia una mayor coralidad dándole espacio a los variopintos habitantes de la pequeña localidad texana. Este es, junto a las interpretaciones y carisma de su trío protagonista (Dominic Cooper, Ruth Negga y esa fuerza de la naturaleza llamada Joe Gilgum), el pilar en el que la serie se sostiene con más fuerza. Pero lamentablemente es en la parte narrativa donde esta excelencia empieza a tambalearse haciendo que el conjunto sea más irregular.

Porque Predicador combina escenas muy potentes con momentos muy inconsistentes. En el lado positivo está su gusto por la violencia, el gore y un humor muy desenfado que lo mismo juega con la muerte de Tom Cruise que te presenta un Dios sacado de un sketch de los Monty Python. Pero en el negativo nos encontramos con tramas que aparecen y desaparecen, personajes que se perfilan con brocha gorda y una narración que muchas veces parece estar supeditada a crear, aunque sea rompiendo la continuidad, esos momentos potentes de los que hablamos antes. Y hablando en un nivel más general, sobre todo pensando en la segunda temporada, cabría preguntarse hasta que punto esa tabla rasa [1] que representa su último episodio puede ser beneficiosa. Primero por el tiempo perdido presentado unas historias y personajes que presuntamente han dicho adiós y segundo por lo que significa para el futuro, en el que la serie tendrá que empezar de nuevo de cero a desarrollar nuevos personajes e historias.

Una segunda temporada que sí parece que empezará a seguir más de cerca los caminos de la historia original y en la que al fin veremos ese viaje por carretera en busca de un Dios ausente del cielo y sus responsabilidades. O eso es lo poco que podemos prever tras la recreación en el último episodio de la serie de la famosa estampa que recreaba las primeras páginas del cómic. Pero pase lo que pase, y a pesar de sus evidentes y reconocibles fallos, Predicador ha demostrado que cuando quiere sabe ser un entretenimiento de primera a la vez que propone ciertas reflexiones muy interesantes sobre la condición humana. Es posible que no sea la adaptación que muchos desearían, pero es una adaptación que en lineas generales funciona.

[1] SPOILER. La destrucción de Annville y la aniquilación de todos sus habitantes por medio de una explosión de gas acumulado que es, literalmente, pedo de vaca, es el chiste definitivo de esta primera temporada.